El deseo traza subjetividades.
Me pregunto a veces si el deseo tiene el mismo sentido para todos.
Los fines son múltiples, claro está.
Me resulta provocador pensar acerca del modo en cual el deseo acciona o se presenta en cada cual.
Que es aquello que lo impulsa, donde finaliza, que lo estimula? La carencia? La imagincación? El entusiasmo? La creatividad? La pasión?
Algunos rasgos y trazos son subjetivos.
(Sea por lo que sea, tengo en claro como funciona su mecanismo en mí.)
Mi deseo es ritmo. Pide ritmo. Sigue el ritmo. Suma ritmo. Crea ritmo.
En algunos momentos, comienza desde el ocio; o más bien, desde la estimulación de la imaginación. La necesidad y posibilidad de la creación. Quizás sea la veta artística que me atraviesa.
No siento al deseo personal, compartido, proyectado, planeado, espontáneo, a consciencia, como fin en sí mismo. No finaliza cuando se consigue.
(No termina cuando se cumple, salvo que esté delineado de ese modo: trazado con una finalización de antemano.)
Me acontece lo contrario: es estímulo; motor de avance.
Entrar en una rueda infinita, como energía que se abastece a sí misma, agregando matices en cada vuelta.
La satisfacción que me genera cuando inicio un proyecto en el cual recibo el mismo placer que intento y me esfuerzo por plasmar es entrar en una rueda.
Vicio? Adicción entusiasta si se quiere.
El proyecto, la idea, el deseo se expande de acuerdo a la energía que le irradio.
Y si me estimula, no dejo de dedicarme al deseo en cuestión.
El deseo plasmado me provoca estimular más deseo.
Acaso ese es el funcionamiento en todos los casos? Desconozco.
He compartido ciertos relatos donde escuché que el deseo muere al concretarse.
(Claro, a todos nos ha sucedido. )
Es la intensidad o la emoción que se pone al momento de concretar -una idea, un proyecto, un plan- lo que estimula? Quien sabe.
Sé como funciona en mí: estimulo lo que me dá placer. Cual rueda infinita, se pone en funcionamiento.
En mi caso, acompañante fundamental del deseo es la creatividad, el entusiasmo y la posterior dedicación para su concreción.
El deseo se apaga de a poco y disminuye su intensidad al momento de no lograrlo.
Acepto pero no experimento eso de que 'lo no plasmado provoca mayor deseo'.
Desconozco ese mecanismo. Será que por eso lo intento plasmar, lo impulso, lo estimulo, lo incentivo.
¿Desde dónde fluye; cuál es el motor por el cual se entra en el mecanismo infinito y ‘cebador’ de no salir de la búsqueda, aprendizaje, profundización de los deseos, proyectos, planes -individuales, personales, compartidos- (sin necesariamente caer en el planeamiento que no da paso a la naturalidad y la sorpresa que el tiempo o la espontaneidad brinda)?
Y así me sucede con lo que amo. Estudiar, leer, profundizar, mis gustos, mis proyectos, compañías, amistades, planes.
Me pregunto a veces si el deseo tiene el mismo sentido para todos.
Los fines son múltiples, claro está.
Me resulta provocador pensar acerca del modo en cual el deseo acciona o se presenta en cada cual.
Que es aquello que lo impulsa, donde finaliza, que lo estimula? La carencia? La imagincación? El entusiasmo? La creatividad? La pasión?
Algunos rasgos y trazos son subjetivos.
(Sea por lo que sea, tengo en claro como funciona su mecanismo en mí.)
Mi deseo es ritmo. Pide ritmo. Sigue el ritmo. Suma ritmo. Crea ritmo.
En algunos momentos, comienza desde el ocio; o más bien, desde la estimulación de la imaginación. La necesidad y posibilidad de la creación. Quizás sea la veta artística que me atraviesa.
No siento al deseo personal, compartido, proyectado, planeado, espontáneo, a consciencia, como fin en sí mismo. No finaliza cuando se consigue.
(No termina cuando se cumple, salvo que esté delineado de ese modo: trazado con una finalización de antemano.)
Me acontece lo contrario: es estímulo; motor de avance.
Entrar en una rueda infinita, como energía que se abastece a sí misma, agregando matices en cada vuelta.
La satisfacción que me genera cuando inicio un proyecto en el cual recibo el mismo placer que intento y me esfuerzo por plasmar es entrar en una rueda.
Vicio? Adicción entusiasta si se quiere.
El proyecto, la idea, el deseo se expande de acuerdo a la energía que le irradio.
Y si me estimula, no dejo de dedicarme al deseo en cuestión.
El deseo plasmado me provoca estimular más deseo.
Acaso ese es el funcionamiento en todos los casos? Desconozco.
He compartido ciertos relatos donde escuché que el deseo muere al concretarse.
(Claro, a todos nos ha sucedido. )
Es la intensidad o la emoción que se pone al momento de concretar -una idea, un proyecto, un plan- lo que estimula? Quien sabe.
Sé como funciona en mí: estimulo lo que me dá placer. Cual rueda infinita, se pone en funcionamiento.
En mi caso, acompañante fundamental del deseo es la creatividad, el entusiasmo y la posterior dedicación para su concreción.
El deseo se apaga de a poco y disminuye su intensidad al momento de no lograrlo.
Acepto pero no experimento eso de que 'lo no plasmado provoca mayor deseo'.
Desconozco ese mecanismo. Será que por eso lo intento plasmar, lo impulso, lo estimulo, lo incentivo.
¿Desde dónde fluye; cuál es el motor por el cual se entra en el mecanismo infinito y ‘cebador’ de no salir de la búsqueda, aprendizaje, profundización de los deseos, proyectos, planes -individuales, personales, compartidos- (sin necesariamente caer en el planeamiento que no da paso a la naturalidad y la sorpresa que el tiempo o la espontaneidad brinda)?
Y así me sucede con lo que amo. Estudiar, leer, profundizar, mis gustos, mis proyectos, compañías, amistades, planes.
Los estímulos, las ideas que suman, me expanden.
Las motivaciones y las posibles creaciones (conjuntas o en sintonía) logran que se pongan en funcionamiento los engranajes de esa maquinaria placentera que es el entusiasmo en el sentido más inocente, aniñado. Ese que siente que 'todo lo puede'. Avasallante.
Los deseos acarrean más deseos.
Mismo proceso y mismo círculo viciosamente sano que nos producen las endorfinas.
Las motivaciones y las posibles creaciones (conjuntas o en sintonía) logran que se pongan en funcionamiento los engranajes de esa maquinaria placentera que es el entusiasmo en el sentido más inocente, aniñado. Ese que siente que 'todo lo puede'. Avasallante.
Los deseos acarrean más deseos.
Mismo proceso y mismo círculo viciosamente sano que nos producen las endorfinas.
La creatividad en acción es un imán hacia más creaciones esperando ser plasmadas.
Y si nos acercamos a seres ambiciosos en busca del placer, la generosidad, la ayuda y la satisfacción constante (sin por eso dejar de hacerse cargo e intentar solucionar aquellos escollos que puedan presentarse al momento de la concreción), el entusiasmo fluye, tal como el deseo. El entusiasmo lo acompaña.
Deseo, entusiasmo, imaginación: Encadenados se retroalimentan.
Seres que buscan la vuelta de rosca a cualquier situación para sacarle el mejor provecho posible a todo camino que se este transitando (o al menos vislumbrado como potenciador de ideas y actos que suman).
Si se entra en el espiral, el mecanismo no para. Se vuelve cuasi-infinito.
Y si nos acercamos a seres ambiciosos en busca del placer, la generosidad, la ayuda y la satisfacción constante (sin por eso dejar de hacerse cargo e intentar solucionar aquellos escollos que puedan presentarse al momento de la concreción), el entusiasmo fluye, tal como el deseo. El entusiasmo lo acompaña.
Deseo, entusiasmo, imaginación: Encadenados se retroalimentan.
Si se entra en el espiral, el mecanismo no para. Se vuelve cuasi-infinito.
La dedicación, la tolerancia amalgamada con paciencia (accionar concreto y literal en tiempo –horas ‘físicas’ reales para que lo proyectado pueda plasmarse-) llevan a buen puerto; sea cual sea la orilla, junto a medios sincrónicos y potenciables.
Y si sucediera que la concreción de tal o cual deseo, idea, proyecto, aprendizaje resultara dificultoso, la sanidad reside –percibo- en hacerle caso a la intuición. Se adelanta a la racionalidad concreta para dejarnos la verdad desnuda, subjetiva, compartible, disfrutable, entusiasta.
Disfrutar los deseos que se presenten. Los por.venir.
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