Asimilo un nuevo aprendizaje: Intentar –dentro de lo esencialmente posible en mí- lograr intuir que no todo lo que se dispara en la mente, el corazón y el cuerpo tienen que tener un correlato en palabras, en el minuto exacto en el cual sucede.
Y cuando hoy ocurre que me animo a ‘decir’, es porque hay otro dispuesto a escuchar, y porque me sé buena ‘escucha’ me considero con el derecho de abrir la boca, aún cuando la devolución que reciba no sea la esperada. Entonces, hacia la reciprocidad vamos. La busco o ella misma me encuentra.
Sucede también que aquellos seres ‘sin filtros’ o propensos a exteriorizarnos al extremo, carecemos de expectativas; lanzamos al éter lo que se siente o atraviesa y nos desentendemos del devenir. Permitimos que el aire haga con ellos lo que deba hacer. La instancia de la espera de alguna devolución sólo aparece cuando comenzamos a medirnos: cosa más que necesaria a veces, y de lo que ando aprendiendo día a día. Y el desafío es medir-se intuitivamente, y lograr la conjunción entre una la palabra precisa y la falta de expectativa. Fluir de palabras sin rumbo aparente.
Prudencia no es cobardía. Medirse no es censurarse. Es no derrochar palabras cuando tenemos cierta certeza de que no serán absorbidas, es hablar cuando es necesario y sin miedo. No esperar a que luego el cuerpo somatice y decida hablarnos por causa de lo no dicho o procesado.
Descubrir que un modo de masticar una lectura personal-subjetiva de algunos hechos es justamente internalizándola en primera instancia, y luego, si lo merece, compartirlo con quien corresponda: si aporta, le aporta, expande el vínculo sea cual sea (o lo cierra definitivamente si eso es lo que deseamos).
A veces, decir se infiltra como explosión que urge y pronunciamos hasta lo que debemos callar. La excitación, la bronca, la pasión, las emociones ahogan y no nos permite ver que no siempre la expulsión de palabras es amiga de la honestidad que aquel otro pretende recibir.
Considerar el cuidado de quien nos interesa como el límite de nuestros exabruptos o palabras sin filtro. Esperar el tiempo del otro como un acto de amor. Inocente y cuidado.
El que ya ha comenzado a conocer-se y expandir-se de manera consciente (aunque siento que ese largo camino no termina nunca), sabrá valorarse, y por ende, sabrá que cada persona que entra en su vida es igual de valiosa que el ser que se nos presenta frente a nosotros. La igualdad percibida es la mejor prueba de que somos espejo-reflejo.
Y,… ¿existe/dónde está el aparente margen de error?.... ¿Nos podemos equivocar, y creer que alguien es tan valioso como para que entre en nuestra vida, y aún así ‘pifiarle’? Supongo que equivocarse es el modo que elegimos a veces para expresar que las cosas no salen como esperamos: Tal vez el error resida en no descubrir que hasta esa persona que no vemos a posteriori en sincronía, algo tenía que aportar a nuestra realidad.
Más claro, agua. Ha dicho, la señorita sin filtro.
ResponderEliminarFolk es un ritmo musical o se refiere a otra cosa?
Beso Debb!
Folk is like friend!
ResponderEliminar(De ahí...That's all folks!! :)
Abrazos amigo.