Dejar que el cuerpo hable. Y permitir que la consciencia lo atraviese.
Permitir que los cuerpos dialoguen: que a veces monologuen, pero la mayor parte del tiempo se hablen, interactuen.
Sumándose. Expandiéndose.
Intuyo que es la más sutil comunicación posible; la comunión de los cuerpos.
(Después de todo, pareciera ser que la desnudez es lo más sencillo, lo más humano. Natural).
No existen máscaras, no hay disfraz… sólo piel.
En El Público, en su teatro bajo la arena, Lorca decía que nunca seríamos nosotros por muchas máscaras que nos quitásemos.
Disculpe Lorca, pero no coincido. Tiro el ‘argumento de autoridad’ por la borda y lo contradigo: si los cuerpos están desnudos, es imposible que no hablen: expresarán diferentes sensaciones, experimentarán lenguajes posibles, entonces hablarán, claro que sí.
Pareciera que desde su transversalidad los cuerpos siempre pueden encontrar nuevas vías de comunicación. Porque se reconocen, se saben iguales. En esa instancia despojada no hay barreras posibles, se caen los velos; se des-cubren.
Sólo encontrarse en el mero reflejo de mirarse y verse la piel reflejada en el otro.
Sólo encontrarse en el mero reflejo de mirarse y verse la piel reflejada en el otro.
Que bien que escribis Debb! Un gusto leerte.
ResponderEliminarBeso y que tengas lindo dia,
Eugenia
Oops!
ResponderEliminarMe hiciste sonrojar Euge!
Gracias por tu palabras, tan cálidas como tus dibujos ;)