martes, 8 de febrero de 2011

Cobardía

‎"A coward is incapable of exhibiting love; it is the prerogative of the brave." 
Mohandas Gandhi.

[No juzgo –casi- nunca. No me atrevo. Y en eso, me defino cobarde (es bueno comenzar a hablar por uno mismo). Cobarde para juzgar, para señalar con el dedo hasta a quien considero no se porta del todo ‘bien’ conmigo; apuesto a pesar de todo. Y ese exceso de positivismo y esperanza puesto en el otro me juega muy malas pasadas. Creer que las intenciones del otro son buenas -casi- siempre. No me atrevo a hablar de exceso de bondad en mi caso; sino de exceso de estupidez. No, la idea no es que se me vislumbre bondadosa, ni tampoco es un artilugio para presentarme ingenua. Lo soy en más de una situación, mal que me pese. A veces es virtud, otras es claramente un gran defecto.
Las fichas las largo sobre la mesa, juego el juego, me expongo, y después veo las cartas del otro. Y, sorpresa!... El otro a veces me hace trampa, me saca un As de la manga, hasta cuando ni esa persona imagina lo que produce. Y de vuelta, excusando al otro: presentándolo desde su aparente incons/subcons-ciente para no ubicarlo en posición de ‘juzgable’ (Culpa?, responsabilidad?, No lo sé. La culpa es huérfana, y la responsabilidad es la posibilidad de dar vuelta la historia, y volver a jugar).
Por lo pronto, exceso de confianza de mi parte, quizás y en la mayoría de los casos. Entonces el exceso de confianza, y a veces la falta de espíritu crítico cuando me dejo afectar, hace que no juzgue, que me sienta incapaz y hasta cobarde para emitir juicio en relación a quienes me rodean o elijo entren en interacción con mis días].

Comenzar a hablar de las personas cobardes comenzando por mi cobardía. Quizás, un buen modo de empezar a dejar de ser cobarde en algún aspecto.
Los cobardes son una especie retorcida de seres (exceso de recovecos), mezcla de histrionismo con histeria, miedos e impotencia, pocas palabras contenidas; egoísmo no reconocido a granel.
La valentía esta más suelta, es más libre, se atreve a lo desconocido, disfruta del vértigo, no le importa en primera instancia el resultado, sino la honestidad que precede a las decisiones, aunque a veces le cueste. La valentía también respira hondo antes de lanzarse a algo; teme a veces, pero aún así, se lanza hacia la incertidumbre. Es más fiel consigo.
My adventure Book (Ellie), UP, Pixar
La valentía disfruta de la aventura. La cobardía adora la seguridad.
La cobardía busca el terreno firme, no fallar, piensa de más, y entre tanta racionalización se paraliza, deja de accionar. Cuanto más piensa, más motivos encuentra para no llevar a cabo lo que siente.
La duda excesiva y la cobardía son grandes aliadas. Es bueno dudar, claro que sí: lograr ‘ver’ el espectro de opciones posibles. Pero si nos estancamos en la duda, nos regodeamos en la inacción. Sólo se rompe ese círculo vicioso cuando desde la subjetividad se observa algún signo que revele pruebas firmes aparentes que nos asegure que aquello que intentamos llevar a cabo será la decisión más acertada. Ahí sí: la duda desaparece de la mano de la cobardía, y nos lanzamos hacia lo incierto con la seguridad de que lo que sucederá será un precepto. Qué soberbia!.... Creer que podemos conocer de antemano lo que se nos aventura.
Los cobardes tienden a buscar todas las piezas del rompecabezas antes de comenzar a armarlo: es seguridad ficticia; es creer que con todas las piezas se podrá armar el mandala que ellos deseen sin que nada cambie en el transcurso de los hechos.
La valentía en cambio, vive despojada. Aún en momentos difíciles, logra alivianarse de prejuicios, elige desde la intuición, sabiendo que el devenir le dará las piezas para formar algún rompecabezas. Sea cual sea, acepta el reto de estar con los ojos tapados, confía en sí misma, destila seguridad, sean las que sean las situaciones que la circundan. No espera resultados, no le pone expectativas a lo que vendrá sino a su confianza del momento presente.
Alice in Wonderland (Tim Burton, 2010)
La cobardía en cambio, adula a la estrategia. Es calculadora, mide cada paso, no se deja fluir. Es temerosa por demás. Si no se asegura los resultados pre-analizados, por mínimos que sean, es probable que elija quedarse ‘bien quietita’, así nada la afecta. Es amiga de los inseguros, cala muy hondo en aquellos que valoran la inacción ante la incertidumbre, porque siempre será mejor no actuar que equivocarse.
¿Acaso me equivoco si siento que de todo se puede aprender y aprehender algo (tomar algo que pueda ser utilizable para el devenir)? No pretendo hacer una apología de acciones no sensatas, sino más bien revalorizar lo que se siente como certero, aún desconociendo el resultado que obtengamos.
 Chaltén, 2010

El temor tiene al menos dos caras en los cobardes: ‘SE’ temen, y temen aquello que pueden provocar con sus palabras, acciones, y decisiones. Temor a enfrentarse a situaciones desconocidas que los haga salirse de su accionar lineal y no vislumbrado previamente. Temor a que los sorprenda el ‘azar’ con algo no calculado de antemano. 
La valentía en cambio, no siempre disfruta de los resultados que obtiene, pero sabe que puede sacar provecho de toda acción que surgió de las sensaciones. La cobardía es, en oposición, carencia de confianza, subestimación de lo percibido, amiga de la sensación  -incierta y falaz- de seguridad.Los cobardes pierden muchísimo tiempo, valioso y aprovechable. Se les pasa  la vida buscando precisiones, aquello que les de tranquilidad, que no les mueva el barco. Les interesa más tener razón que ser felices (anti-Hoponopono’s en potencia). Apuestan más a su ego que a la entrega.
¿Y si nos arrojamos al devenir? Apostemos a las sensaciones. Saber que si se siente, es. Darnos crédito, confiar en lo que nos atraviesa. Lo que se percibe no puede ocultarse, a pesar del miedo. Y si se oculta, tarde o temprano, se hace presente. Romper barreras internas, no dejarnos intimidar por las suposiciones que elaboramos en el exceso de pensamiento: atravesar la duda y accionar desde nuestra intuición, aquello que sentimos de primera mano, en conciencia de sí. Sabernos seres posibles, abiertos y capaces de vivenciar cada situación que se necesite plasmar. Re-conocer que nada que procesamos es un cúmulo de sinsentidos desprovistos de un origen: la mezcla de sentimientos que nos acontecen son producto de lo experienciado, aprehendido y espejado en el juego de interacción entre lo que nos atraviesa y la devolución que los otros nos brindan. Animarse a ser, y des-cubrir(se).  Con valentía, despojados de miedos o fantasmas. Elegir correrse del lugar de la aparente comodidad que nos ofrece la paralizante cobardía. Aventurarse sin rumbo, y encontrar el camino mientras que se lo transita. Sabiendo que desde la sinceridad hacia uno mismo, lo que viene siempre será mejor. 


I Don't Want Miss A Thing (Aerosmith)



4 comentarios:

  1. Hola Debb, que bueno ésto que escribiste...
    en un punto se relaciona con lo que escribiste sobre la Intuición y la Razón.
    Cuando uno está entre una y otra a veces saltamos al vacío de la intuición, pero otras veces quedamos atrapados (cobardemente) en la inacción, en la parálisis del miedo.
    Es tan placentero cuando uno se manda, esa sensación de arrojo, de que-sea-lo-que-Dios-quiera, como decís vos: de ir liviano, sin la carga pesada de todos los cálculos de probabilidades, de los cuales al final seguramente ninguno se cumple, porque La Vida tiene ese cualidad de impredecibilidad...
    Podemos tratar de controlar o preveer pero se nos escapan tantos ingredientes, que hacen que los resultados nunca sean los que sospechemos.

    Lou Andreas Salomé fue una mujer excepcional: poeta y discípula de Freud, fue amante de Rilke, Nietzsche, Tolstoi, y varios más....asique algo sabía esta señora acerca de dejarse llevar por la vida, abierta al devenir. Y ella tenia una frase que es:

    "Ni puedo ajustarme a un modelo, ni ser modelo para nadie; pero puedo formar mi propia vida a mí manera y ésto es lo que voy a hacer, cualquiera que sea el resultado. No represento ningún principio, sino algo más maravilloso, algo que uno lleva dentro, algo vivo, cálido, que grita de alegría y que pugna por salir. Si quieres una vida, ¡róbala!”

    Siempre me gustó...es como un empujoncito a arriesgarse y a no esperar que las cosas sucedan, sino una invitación a ir tras el deseo, conquistarlo. Movernos por el amor y el deseo hacia lo que sea, pero basicamente hacia la vida.

    Beso!
    Eugenia

    Ah! me encanta la definición: "anti-Hoponopono’s en potencia"...bueniiiisiiiima :)

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  2. Que bueno tu aporte Euge. Mil gracias por dedicar parte de tu tiempo en leerme y escribir :)
    Y sí, conozco a Salomé, una grande, aventurera de aquellas, VALIENTE por demás... Esa cita es hermosa, no la conocía.
    Otra del estilo es Anais Nin (más feminista y provocadora por momentos, pero tan llena de vida como Salomé....)
    Y hablando de cobardía y valentía, te dejo unas lindas letras de Nin que disfruto y comparto:
    "La vida se dilata o expande en proporción al propio coraje".
    Hoponopono!:)
    Abrazos,
    Debb.

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  3. Los has explicado exhaustivamente, amiga.
    Te agrego que los cobardes se ocupan mucho de lo que piensan los otros ante un determinado accionar, porque no depende de ellos que esté bien o mal, o los haga felices o no, lo que hacen, sino de lo que les digan. Camino sin salida, el círculo vicioso los hará empantanarse aún más.
    Valiente es osadía, es desparpajo, es descubrir el camino a medida que se recorre, dar un paso y luego ver sobre qué pisaste, única forma de saberlo, experimentando.
    Besos!

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  4. Verdad Maxi, ....los persigue la mirada del otro, parálisis doble: producida por la propia mirada y la que los rodea...
    Pffff, ya me dió sensación de claustrofobia tanto condicionamiento, ja! :S
    Mejor andar más sueltos, amigos de las sorpresas :)
    Gracias amigo por pasar.

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