sábado, 2 de julio de 2011

[A]Bruma

“La única razón para que el tiempo exista es para que no ocurra todo a la vez”, Einstein.

Dicen algunos que los tiempos se (nos) fugan.
Se escucha eso de “son los tiempos que corren”, pero no me conformo, ni me resigno. 
Por momentos abruma tanta cosa dando vueltas; tanta nada también. Como la nada misma o el todo sinsentido: dos posibles vistas o una misma mirada: la misma moneda y sus dos caras.
Abruma: la bruma puede hacerte ver que hay algo más, o podes dejar cegarte; elegir no ver. Cada uno elije. La usas para recalcular, o te dejas acosar sin siquiera querer sentirte seducido.
Es más fácil seguir en la comodidad de la vorágine.
(Nos) Anestesia, alivia. 
El alivio que adormece sin trascender.
Trascender pide enfocarnos en el camino sin medir o buscar el resultado, pero en tiempos exitistas, ¿a quién le importa sólo el camino?
Y acá andamos los caminantes, recorriendo nuestras propias órbitas.
Brindo espejamientos y recibo reflejos. 
Y acá andamos: múltiple, infinita y una. Me defino y unifico en la diversidad de mis intereses, pasiones, responsabilidades y deseos. 
Descubro en cada ‘ahora’ que el tiempo es una construcción mental, que más de una vez me queda corto y otras veces desperdicio.
Cuando la creatividad, la curiosidad y la necesidad de aprendizaje y enriquecimiento forman parte de uno como prolegómeno de lo posible y concreto para ofrecer-me y ofrecer a los demás, ese caudal se presenta como inabarcable; y hasta a veces esa imagen puede ahogarnos; superarnos, desbordarnos.


Tiempos de revelaciones, verdades, ilusiones, ensoñaciones: llena de acciones, sueños e ideas. Ordenarlos, desarrollarlos, llevarlos a tierra y que no permanezcan en el éter es el gran desafío.
Distinguir qué es aquello que vale nuestras energías, qué vale nuestra entrega y qué vale descartar para que otro tome la posta: ser generoso hacia nuestras capacidades y límites. Abrazar y accionar.
Los trabajos que nos ayudan a vivir, los desarrollos que además de aportarnos dividendos también nos aportan placer interno, ocuparnos de nuestro cuerpo, prestar atención a nuestros vínculos, enriquecerlos, mejorarlos: dar amor escuchando lo que necesitamos, dar amor escuchando lo que necesitan los demás, dar amor expandiéndonos en todos los planos posibles y abarcables.
Y entre tanta satisfacción, a veces me vuelvo ‘bruma’: mis facetas no siempre se conjugan del modo más amable para mí, y mi ego se presenta y me exige respuestas inmediatas, que recepciono volviéndome funcional a sus caprichos. Y me agoto.
Y cada vez menos, pero a veces, colapso. 
Entonces, surge la necesidad -humana tan humana- de anclar aún más y tomar respiro; grandes bocanadas: en seres queridos, espacios naturales, relaciones alineadas, vínculos sintónicos. 
Volvernos  silencio para no escuchar tanto zumbido propio y ajeno.

Mecanismos de autodefensa para seguir en la vorágine sin perder el eje, aquel que me convierte en la mujer integral que deseo e intuyo me plenifica:
- mujer que escucha e intenta estar atenta a su entorno.
- ma que enriquece y pretende enriquecer a ese pequeño ser que requiere contención, amor y límites.
- amiga que ama sus amigos
- Ser vasija y entrega: contener, aportar y llenarme de vivencias para enriquecer mi pequeño mundo interno. Y el del otro. 
- Reír, llorar y compartir a consciencia.
- Amante de la entrega que elige la entrega. La posibilidad de espejarse desde la intimidad y al autenticidad; y ahí mismo y sin más, el tiempo no existe, se detiene; puro presente.
- disfrutar lo simple, y ver para donde rumbean las vivencias: todas.
- correr cerca del río, andar en bici, meditar, reconectar-me,
- ocuparme de mi trabajo de manera constante y responsable pero sin que me drene,
- intentar no dejar demasiados pendientes al finalizar el día,
- no descuidar mi pasión por el arte (celebrar, escribir, fotografiar, danzar-bailar, flamenquear, producir,  compartir.
-  trabajar para filmar mi primer guión, y dirigir una puesta de danza-teatro,
-  intentar concretar algunos deseos a largo plazo: viajar cada vez más, una motorhome alguna vez, unas tierras que sé me esperan, los colores, la música, la danza, la naturaleza, o lo que el viento finalmente elija.
- Tantos etcéteras.

Preguntarme si al menos la mayor parte de las cuestiones que hago y siento me acercan o alejan de lo que realmente deseo, o del lugar en donde quiera estar mañana-hoy. Que la cabeza vuele, mientras los pies estén en la tierra.
No adormecerme: no poner de manera constante el ‘piloto automático’.
No perder frescura, espontaneidad, intuición. Encontrar el balance.
Que la (mi) bruma no me pierda. No caer en su trampa. O jugar su juego y salir más clara.
Escucharme, sentidos bien abiertos, ponerme fina de manera natural, ‘aniñarme’ cada vez más, atender a lo sutil, a lo mundano y a lo que venga.

Que el humor nos sostenga y jamás perderlo, sabiendo que si se elije no hay chance de decepcionarse frente a lo que acontece. (Porque hasta lo que no esperamos, sucede porque algún hilo así lo quiso; así suceden las cosas, aunque se nos pasen infinitos detalles por alto).
No victimizarse, menos culparse si aparece cierta bruma: arremeter, arengar(se), y absorber experiencia. Sumar siempre: no hay posibilidad alguna de que todo no sea una “win-win situation”.
Cuando queremos ser partícipes de varias cosas, cuando la creatividad y las ideas plasmables nos desbordan, cuando nos reconocemos múltiples, habría al menos que hacer el esfuerzo y trabajar en el hábito de volvernos cual ‘rey de ajedrez’ (capaz de moverse para todos lados, pero de un paso a la vez).


No es necesario explicar incansablemente en qué camino andamos, no se necesita aclarar la seguridad con la que se pisa y se avanza  para reafirmarnos. Nuestra imagen es la mejor muestra de que algo y mucho se mueve de manera interna; ebulle (aunque por momentos el crecimiento pareciera que nos abrume).
No hay falsa humildad posible, sino más bien comprobación real de que podemos confiar en el universo y sus redes sutiles. 
Los seres en sincronía aparecen por arte de magia, sin explicación racional alguna, ayudándonos a alivianar el ritmo; todo pareciera producto de nuestra capacidad de soltar, abrazar y permitir que lo que es, se manifieste como tenga que.
Entrar en otros espacios cognitivos no es intelectualizar-se, o teorizar. Es lo contrario, fluir: barazar el devenir sin resistirse. 
Confiar en lo que acontece. 
Reírse, desestructurarse y de pronto encontrar nuevos paradigmas posibles, manteniendo la estabilidad y los valores que nos sostienen y nos hacen íntegros a la hora de vivirlos, hacerlos carne, y llevarlos a la práctica. 
Hay luz, sombras y corazón. 
Hay -casi- todo.

Me gusta lo estable y no es contradicción. Creo en la estabilidad de lo pendular: Lo estable y armónico que solo puede surgir de hacer zoom in-zoom out, para mantener la visión expandida, versiones posibles de lo que sucede, y volver para aportar con lo que se logra ver desde la toma de distancia.
Y sí, a veces, tanto pero tanto, abruma. Pero es realmente excitante y divertido. No hay chance posible para el  aburrimiento cuando los lenguajes se multiplican de manera infinita. Lo fantástico reside en estar atento a lo que sucede, lo que vuelve todo tan pero tan INTENSO. Se destierra de a apoco la bruma, dando paso al placer continuo de estar acá, sin más. Ahora.

2 comentarios:

  1. Deeeboraaaaa! Sublime. Te puedo pedir un favor, si me lo pasás leido, o nos juntamos y le metemos una cortina, quiero integrarlo a una clase de psicodrama que tengo que preparar.
    Me lo prestás? Cuánto durará? El tiempo no existe, ok.

    ResponderEliminar
  2. Maxxxxx querido!!!
    Qué honooooooooorrrrrrrrrrrrrr!
    Obvio que te lo presto, todo tuyo!! Expanda, comparta, apropiese sin más.
    Luego charlamos y me asesorás como grabartelo.
    Felicidad me diste.
    Espero también habertela compartido con esta entrada.
    Abrazos inmensos amigo.

    ResponderEliminar