domingo, 25 de marzo de 2012

Sexo sin amor

¿Cómo hacen los que tienen sexo 
sin amor?
Imperturbables como bailarines,
 deslizándose el uno sobre el otro, 
como patinadores 
sobre hielo, los dedos enlazados,
 uno dentro del otro, 
las caras 
rojas como un bife o como el vino, 
húmedos como 
bebés recién nacidos cuyas madres 
piensan abandonar.
¿Cómo es que acaban, Dios, cómo es que acaban 
por llegar a las aguas tranquilas, 
sin amar 
al que hizo el recorrido junto a ellos, 
mientras que poco a poco subía la temperatura, y un vapor emanaba 
de sus pieles?
Yo creo que ellos son 
los religiosos de verdad, los puristas, los profesionales, 

los que se negarían a creer
en un falso Mesías, o a amar al sacerdote
 en vez de al Dios. 
Jamás confundirían 
a quien tienen al lado con la fuente de su propio placer.

Son como los mejores corredores: 
saben que están a solas 
con el camino y sus características,
 
con el frío y el viento, las particularidades 
del calzado, su condición cardíaca: 
variables, nada más. 
Como el otro en la cama; 
no su verdad que es 
el cuerpo aislado, 
solo en el universo,
 tratando de batir su propio récord.
(Sharon Olds, traducida por Ezequiel Zaidenwerg).

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